viernes, 14 de abril de 2006

Va de aniversarios literarios


"- Por favor...; ¿dibújame un cordero!
-¡Eh!
- Dibújame un cordero...
Me puse de pie de un salto, como golpeado por un rayo. Me froté los ojos. Miré bien. Y vi un hombrecito extraordinario que me examinaba gravemente. He aquí el mejor retrato que, más tarde logré hacer de él. pero seguramente mi dibujo es mucho menos encantador que el modelo. No es por mi culpa. Las personas mayores me desalentaron de mi carrera de pintor cuando tenía seis años y sólo había aprendido a dibujar las boas cerradas y las boas abiertas.
Miré, pues, la aparición con los ojos absortos por el asombro. No olvidéis que me encontraba a mil millas de toda región habitada. Además, el hombrecito no me parecía extraviado, ni muerto de fatiga, ni muerto de hambre, ni muerto de sed, ni muerto de miedo.
No tenía en absoluto la apariencia de un niño perdido en medio del desierto, a mil millas de toda región habitada. Cuando al fin logré hablar, le dije.
- Pero...¿que haces aquí?
Repitió entonces, muy suavemente, como si fuerse una cosa muy seria:
- Por favor..., dibújame un cordero...
Cuando el misterio es demasiado impresionante, no es posible desobedecer. Por absurdo que me pareciese, a mil millas de todo lugar habitado y en peligro de muerte, saqué del bolsillo una hoja de papel y una estilográfica. Recordé entonces que había estudiado principalmente geografía, historia, cálculo y gramática, y dije al hombrecito (con un poco de mal humor) que no sabía dibujar. Me contestó:
- No importa. Dibújame un cordero.
Como jamás había dibujado un cordero, rehíce uno de los dos únicos dibujos que era capaz de hacer. El de la boa cerrada. Quedé estupefacto cuando oí al hombrecito que me respondía:
-¡No! ¡No! No quiero un elefante dentro de una boa. Una boa es muy peligrosa y un elefante muy embarazoso. En mi casa todo es pequeño. Necesito un cordero. Dibújame un cordero.
Entonces dibujé. El hombrecito miró atentamente. Luego dijo:
- ¡No! Ese cordero está muy enfermo. Haz otro.
Yo dibujaba. Mi amigo sonrió amablemente con indulgencia:
- ¿Ves?... No es un cordero; es un carnero. Tiene cuernos...
Rehíce, pues, otra vez mi dibujo. Pero lo rechazó como los anteriores:
- Este es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.
Entonces , impaciente, como tenía prisa por comenzar a desmontar mi motor, gabarateé este dibujo:
Y le largué:

- Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro.
Quedé verdaderamentesorprendido al ver iluminarse el rostro del joven juez:
-¡Es exactamente como lo quería! ¿Crees que necesitará mucha hierba este cordero?
- ¿Por qué?
- Porque en mi casa todo es pequeño...
- Alcanzará seguramente. Te he regalado un cordero bien pequeño.
Inclinó la cabeza hacia el dibujo:
- No tan pequeño... ¡Mira! Se ha dormido...
Y así fue como conocí al principito."

"El Principito" Antoine de Saint-Exupèry

Pues este principito cumple este año sesenta años y lo que no sé es si el cordero seguirá pudiendo dormir dentro de la caja después de tanto tiempo o habrá tenido el principito que buscarle una más grande.
La semana pasada leí la noticia del aniversario de este libro en una revista y se me ocurrió sacar el mío de la estantería. Después de años allí guardado este librito pequeño casi había desaparecido entre volúmenes mucho más grandes ¡y no es normal siendo tan pequeño su planeta natal!. ; P

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero que maravilla de pasaje has colocado. Es para mí una de las escenas más tiernas y cándidas (sin ser ñoña) de la historia de la literatura. Felicidades Principito (y cuida bien de tu flor)!.

Aulë