lunes, 14 de noviembre de 2011

Hace dos años paramos nuestro mundo y gritamos juntos que nos queríamos y que ibamos a vivir toda la vida juntos. Vivimos los meses de preparativos, los nervios de aquella mañana y la ilusión de una ceremonia pequeña, íntima y muy nuestra. Se leyó un fragmento de "El Principito" sacado de un ejemplar donde hace muchos años escribí mi nombre con letra de bebé, habló un amigo que con cinco años ya se comía el bocadillo del recreo con Pedro y le dijimos al mundo lo que era nuestro amor con la voz de Mario Benedetti.

Y para muestra un botón.



martes, 4 de octubre de 2011

Una por papa...otra por mamaa.

El sábado la pequeña Lucía probó la fruta por primera vez. Ya tiene cuatro meses y medio y con todo el dolor de mi corazón hemos tenido que adelantar la alimentación complementaria porque en quince días empiezo a trabajar. Poquito a poquito tengo que ir acostumbrandola a las cosas nuevas que están por venir. No puedo dejarla el mismo día sin mami, sin teta y con el bibe y la fruta, se me parte el corazón de pensarlo.
Así que maldiciendo que te aconsejen dar lactancia materna exclusiva hasta los seis meses (y puedas y quieras) pero que sea imposible si trabajas cogí un plátano y una manzana y decidí liberar mi frustación con ellas (me quedaron la mar de asesinadas y trituraditas).
La primera papilla se la dio su papi. Me parecía justo ya que hasta ahora solo la he alimentado yo y además sabía que le hacía ilusión.
La pobre no sabía que hacer cuando su padre le ponía la cuchara delante de la boca. Se retorcía y ponía ojitos de frustación. ¿Pero que era esa mierda?. Ella quería el pecho de mami, ella quería comida de verdad.
Terminó comiendo ocho o nueve cucharaditas que yo considero un logro y después como recompensa tomó toda la leche que quiso.
Tres días después ella merienda intentando sacarle el gusto a la fruta y yo repelo el plato así que las dos llevamos una dieta muy variada. XD

martes, 13 de septiembre de 2011

Banderines de fiesta

Últimamente los veo por todas partes. Son alegres, son festivos, fáciles de hacer y no se porqué a mi me recuerdan un poquillo al circo. Por todo eso y porque sonrío cuando veo estas habitaciones son mi próximo proyecto DIY.




Este otoño banderines para todos. XD

jueves, 8 de septiembre de 2011

Con la teta hemos topado.

Si había una cosa que tuve claro durante todo el embarazo es que por encima de todo quería amamantar a mi hija. Nunca, ni por un solo momento me angustié por el momento del parto o porque me doliera, o por la epidural o por una posible cesárea. De algún modo estaba preparada para todo eso. Claro, que una contaba con cierta ventaja porque todo eso lo había visto antes y el saber es poder.
Sin embargo dar el pecho era otro cantar.
A la mayoría de la gente de mi generación nos criaron con biberón y si os digo la verdad nadie de mi entorno había dado el pecho hasta que hace año y medio una buena amiga tuvo a su bebé.
Así que cuando solo tenía un garbancito en mi barriga expuse a los cuatro vientos que... "Yo iba a dar el pecho". Y claro...¿qué te responde la gente de tu alrededor cuando oye eso?.
- Bueno, eso será si puedes porque yo... bla bla bla bla....

Yo ya sabía que era difícil pero si por mis parroquianas hubiese sido mi generación hubiese muerto de inanición.¡NADIE pudo da el pecho!. Y no me extraña. Diez minutos en cada pecho cada tres horas, vamos hombre... que bebé se alimenta con eso. Normal que todas cuenten que no les subía la leche, que los bebés se quedaban con hambre, que se les retiraba en seguida la leche, etc...

Cuando se acercaba la fecha del parto yo ya vivía el tema con cierta angustia porque todo el mundo se empeñaba en decirme precisamente que no me obsesionara. Todas me preparaban para una decepción, para el fracaso pero ninguna me animaba realmente a intentarlo. Perdón, miento si digo eso. La amiga de la que hablaba antes y que amamantó a su bebé hasta los once meses fue y es el espejo en el que me miro. Gracias Patri por tu apoyo entonces y ahora. Tú sabes que eres mi ejemplo a seguir y si no lo sabes pues ya está dicho.

Es cierto que fue duro porque mi niña dormía mucho los primeros días y costaba dios y ayuda despertarla para que comiera y que nunca estás realmente segura de lo que come porque oye... con la teta no ves como se vacía el bibe pero como su madre es más terca que una mula se la puso al pecho tres minutos después de nacer en el mismo paritorio y timidamente se enganchó por primera vez.

Las primeras semanas fueron infernales porque como todos los bebés mi niña perdió peso después de nacer y eso alarmó a tooooda la familia. En plena subida de la leche y recuperandome aún del parto me tocó plantarme cuál Juana de Arco frente a los ingleses y negarme a darle un biberón a mi hija si no era absolutamente necesario y yo sabía que mi bebé no pasaba hambre.
Efectivamente mi bichito recuperó el peso perdido y siguió engordando hasta ganar los muslos regordetes que tiene hoy.

Casi cuatro meses después sigue siendo duro a veces y el tema del sacaleches es bastante más duro ya que estoy preparando mi propio banco de leche para cuando vuelva a trabajar ( estamos en tiempo de descuento me temo) pero la felicidad de saber que le doy a mi hija lo mejor que puedo ofrecerle y los momentos que vivimos juntas lo merecen.

De momento esta es mi cruzada particular y creo que juntas hemos salvado el primer gran escollo que fue instaurar la lactancia. Dentro de poco llegará otro, mantenerla cuando me incorpore al trabajo pero pasito a pasito vamos trabajando en ello.

Así que si alguna futura mami me lee solo os digo que lo intentéis con todas vuestras fuerzas porque el instinto os dirá lo que es mejor para vuestros bebés.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Bendita lluvia.

Llueve, refresca, el aire huele a limpio y te das cuenta que hasta ahora no podías respirar, que tu boca y tu nariz estaban tapados y te asfixiabas. Bendita lluvia de septiembre, anhelada y liberadora. Antesala del otoño, las siestas cobijada bajo la manta del sofá y el placer de andar en calcetines por la casa.
Preludio de unos momentos soñados y acariciados en mi imaginación.
Mi niña preciosa acurrucada como un pequeño koala en mi pecho. Saciada de leche, de vida, de mi vida que la hace cada día más fuerte y más hermosa. Ronronea y busca mi olor, los latidos de mi corazón que tan bien conoce, que la acompañan desde el principio de su universo. Si por un instante dejo de respirar puedo notar como su pecho sube y baja pegado al mío, como una pequeña nota musical que sucumbe a la atronadora sinfonía que es mi aliento.
Me duermo y no sueño. No quiero que despierte, quiero tenerla siempre entre mis brazos.


miércoles, 10 de agosto de 2011

Detalles

Un detalle DIY (do it yourself).
Lazo rosa con puntitos blancos. un poco de pegamento de contacto... et voilà.
Un amiguito venido desde tierras lejanas. 
 Una percha a tono para las capas de baño.
 Más puntitos, esta vez a la inversa.
Ahh... y un dragón escondido.
 Para que nadie se olvide de quién es la reina de la casa.
 Pajaritos DIY de mami.
 Más pajaritos.
La cestita del baño y la ropita de hoy.
Y el último pajarito. Regalo de la abuela Ana.

jueves, 28 de julio de 2011

No siempre es hablar por hablar


Mi bebé pequeño. Me la como un poquito a besos todos los días.

Soy mamá... soy mamá... soy mami... shhh... hay que decirlo despacito porque es algo pequeñito, una pequeña cosita que apenas acaba de surgir en medio de la nada y por lo tanto sumamente frágil.
Al principio me costaba tanto darme cuenta de ello, reconocerme en esa pequeña cosita pero de repente nos miramos y en sus grandes ojos me pareció ver un "...Ahhh... ¡así que eras tú todo este tiempo!"
Después de tantas conversaciones por fín nos veíamos cara a cara. Ella y yo, que hemos hablado tanto desde que era un pequeño pececito nadando en mi barriga, nos conocíamos por fin. Sin palabras yo le contaba cosas imaginandome que mi voz le llegaba como un eco a través del agua y la oscuridad. Hablamos incluso durante el parto cuando desesperada pensaba que mi pequeña no nacería nunca yo la animaba y le decía - !Hija mía, nace¡. !Tienes que nacer¡ -.
Ahora sigo hablandole bajito, cantándole nanas desafinadas - pero ella me perdona- y contándole todas las cosas que vamos a hacer los tres juntos y ella me mira, se rie y patalea.
Sinceramente ahora no entiendo que se pueda ser más feliz.