sábado, 3 de septiembre de 2011

Bendita lluvia.

Llueve, refresca, el aire huele a limpio y te das cuenta que hasta ahora no podías respirar, que tu boca y tu nariz estaban tapados y te asfixiabas. Bendita lluvia de septiembre, anhelada y liberadora. Antesala del otoño, las siestas cobijada bajo la manta del sofá y el placer de andar en calcetines por la casa.
Preludio de unos momentos soñados y acariciados en mi imaginación.
Mi niña preciosa acurrucada como un pequeño koala en mi pecho. Saciada de leche, de vida, de mi vida que la hace cada día más fuerte y más hermosa. Ronronea y busca mi olor, los latidos de mi corazón que tan bien conoce, que la acompañan desde el principio de su universo. Si por un instante dejo de respirar puedo notar como su pecho sube y baja pegado al mío, como una pequeña nota musical que sucumbe a la atronadora sinfonía que es mi aliento.
Me duermo y no sueño. No quiero que despierte, quiero tenerla siempre entre mis brazos.


1 comentario:

Pedro dijo...

Ya te lo he dicho en persona, pero lo he vuelto a leer y creo que es precioso lo que has escrito.

Te quiero.

Pedro.